Por ser bueno
me pusiste en la miseria,
me dejaste en la palmera,
me afanaste hasta el color.
En seis meses
me fundiste el mercadito,
la casilla de la feria,
la ganchera,* el mostrador.
¡chorra!
Me robaste hasta el amor...
Ahora tanto me asusta una mina
que si en la calle me afila
me pongo al la'o del botón.
Lo que más bronca me da
es haber sido tan gil.
Si hace un mes me desayuno
con lo que he sabido ayer,
no era a mí que me cachaban
tus rebusques de mujer.
Hoy me entero que tu mama,
noble viuda de un guerrero,
es la chorra de más fama
que pisó la treinta
y tres.**
Y he sabido que el guerrero
que murió lleno de honor
ni murió ni fue guerrero,
como me engrupiste vos;
está en cana prontuariado
como agente 'e la camorra,
profesor de cachiporra,
malandrín y estafador.
Entre todos
me pelaron con la cero,***
tu silueta fue el anzuelo
donde yo me fui a ensartar.
Se tragaron
vos, la viuda y el guerrero
lo que me costó diez años
de paciencia y de yugar.
¡Chorros!
Vos, tu vieja y tu papá.
¡Guarda!
Cuídense porque anda suelta;
si los cacha, los da vuelta,
no les da tiempo a rajar.
Lo que más bronca me da
es haber sido tan gil.
*barra de la cual se suspenden los ganchos en forma de ese donde se cuelga la carne para vender.